Sunday, June 10, 2007

La violencia del silencio impuesto

Bernarda: (En voz baja, como un rugido) ¡Abre, porque echaré abajo la puerta! (Pausa. Todo queda en silencio) ¡Adela! (Se retira de la puerta) ¡Trae un martillo!
(La Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y sale) ¿Qué?

La Poncia: (Se lleva las manos al cuello) ¡Nunca tengamos ese fin!

(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se santigua. Bernarda da un grito y avanza)

La Poncia: ¡No entres!

Bernarda: No. ¡Yo no! Pepe, irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como si fuera doncella. ¡Nadie dirá nada! ¡Ella ha muerto virgen! Avisad que al amanecer den dos clamores las campanas.

Martirio: Dichosa ella mil veces que lo pudo tener.

Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija) ¡A callar he dicho! (A otra hija) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!

1 comment:

Malagueña Salerosa said...

¿He de suponer que es la casa de Bernarda Alba?


Jopé, me encanta esa obra de teatro!